Pocas veces la danza adquiere tanto sentido como en ‘Xenos’, la última creación de un pequeño dios (solo por su estatura) del baile, el movimiento y la coreografía: el londinense Akram Khan. Artista con raíces familiares en Bangladés, a ellas ha hecho siempre un constante tributo con un estilo que mezcla el kathak de la tierra de sus antepasados y la danza contemporánea. Una manera de hacer que le ha convertido en un tótem de la danza.
A sus 43 años presenta en el Grec el que es, para desgracia de su legión de seguidores, el último solo de su carrera. El cierre tenía que ser majestuoso y lo es. Khan despliega en el Mercat de les Flors un exigente artefacto escénico que va más allá de la danza, por su profunda carga humana y política, sí política, con su alegato antibélico. Llega a partir de un conmovedor recuerdo al millón y medio de indios que formaron parte del ejército colonial británico en la Gran Guerra, la que sacudió Europa en la segunda década del siglo XX.